El cuento de los tres amigos vendedores de leche.
Tres amigos se dirigían al mercado para vender la leche que acababan de ordeñar. Cada uno llevaba en la cabeza un cántaro de leche que habían ordeñado a la única vaca que cada uno tenía en sus granjas como patrimonio.
Por el camino iban sumidas en sus pensamientos sin hablar:
El de ojos verdes pensaba:
-Con la venta de este cántaro de leche voy a comprar 5 gallinas y 2 gallos.
-En un año recogeré más de 300 huevos, y tendré 100 pollos de carne.
-Al final del año los venderé y compraré 10 cerdos. Los engordaré durante 2 años y después los venderé.
-Con ese dinero me compraré 10 vacas y 10 terneros, que haré engordar durante 5 años, y al final los venderé.
– Con esa gran suma de dinero llevaré a mis hijos a la universidad… y seré muy rico”
El de ojos azules pensaba:
-El año pasado no pude comprar ni una sola gallina con el dinero que me dieron por la vente de la leche, fue un desastre.
-Este año será igual, estoy segura que estará el comerciante de la Isla, y me estafará.
-Después al llegar casa mi hermano me insultara como el año anterior, y no me agradecerá nada.
-El año pasado no recogí nada más que 10 huevos, y fue un desastre, este año será lo mismo.
-No sé por qué lo sigo intentando si está claro que todos años se repite lo malo, no puedo dejar de pensar en todo lo negativo que recibí en años anteriores, y como nunca podré comprar las 10 vacas ni los 10 terneros, y mis hijos nunca podrán ir a la universidad… y siempre seré pobre”
El de ojos marrones; iba sonriendo, su madre le había enseñado que lo importante era disfrutar el momento, era gozar del paseo, de sus amigos, de las margaritas, del olor del campo…, mientras recorría el camino observando la ruta con atención.
Por eso, estaba centrado en llevar fuerte el cántaro para que no se cayera la leche, atento a los obstáculos que había en la senda y que para vender la leche, lo primero era llegar al mercado.
El de ojos verdes, iba tan sumido en sus pensamientos de lo que sucedería en el futuro, que no vio una piedra del camino y tropezó con ella, cayendo el cántaro al suelo y rompiéndose en mil pedazos.
El joven lechero lloraba sentado en el polvo del camino, mientras murmuraba, que ahora no sería rico, ni podría llevar a su hijos a la universidad.
El de ojos azules, iba tan sumido en sus pensamientos de lo que había sucedido en el pasado, que no vio otra piedra del camino y tropezó con ella, cayendo el cántaro al suelo y rompiéndose en mil pedazos.
El joven lloraba sentado en el polvo del camino por qué ahora sus premoniciones se había hecho realidad, todo le salía mal, nunca podría llevar a sus hijos a la universidad.
El de ojos marrones, estaba tan atento al presente, que vio otra piedra del camino, la esquivo con soltura y evito que el cántaro cayera al suelo. Sonrió y dio gracias al cielo.
Al ver que sus amigos lloraban sentados en el polvo de la vereda, comprendió las palabras de su madre: “Lo importante que era estar atento a la vida, disfrutar de cada paso, evitar las piedras del camino y ayudar las personas con las que nos cruzamos”
Dejo el cántaro a un lado, ayudo a levantarse a sus amigos, y limpiando sus lágrimas, les pidió que lo acompañarán al mercado.
Ellos, entre sollozos, lo siguieron.
Una vez en el mercado, como había menos leche, el joven lechero de ojos marrones consiguió el mejor precio que nunca habían pagado por un cántaro de leche.
Miro el dinero, levantó los ojos al cielo, y lo dividió en tres partes iguales. Después lo repartió con sus amigos.
Ellos, asombrados, no sabían que decir.
El joven de ojos marrones les repitió las palabras que le contaba su madre en las noches de tormenta:
“Quien ayuda a una persona se ayuda a si misma, quien salva una vida, salva su propia vida.
Cuando compartimos la riqueza, somos más ricos, cuando compartimos el amor, somos eternos.
Aquí y ahora os ayudo y me ayudo a mi, aquí y ahora comparto la riqueza y los tres somos más ricos, y al hacerlo, compartimos el amor y somos eternos”
Sus amigos lo abrazaron, y entre lágrimas y risas, retornaron a casa disfrutando de cada palabra, de cada instante, y del atardecer que iluminaba sus caras.
Reflexión Bioconsciente
Disfruta, ama, ríe, llora, juega, canta, baila…. Hazlo aquí y ahora, olvida el pasado, no puedes cambiarlo, y olvida el futuro, tal vez no llegue nunca.
Recuerda que algún día será el momento de tu despedida física, pero mientras llega ese momento, celebra la vida apasionadamente cada segundo, haciendo lo que te gusta y te hace feliz…
El amor es la solución a todos los problemas del mundo
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